En las últimas décadas la población mundial ha sufrido grandes cambios, entre ellos dejar de ser rural para convertirse vertiginosamente en urbana. Los fenómenos migratorios y la esperanza eterna de una mejor vida que ofrece la ciudad, hace que cada vez más personas lleguen a ellas con un poco más que sueños por cumplir. Y ¿qué pasa con toda esa gente? Es evidente que las ciudades tienen límites, tanto naturales como administrativos sin olvidar los sociales, pero pareciera que los migrantes ignoran ese punto y deciden –a pesar de esto- mudarse a la ciudad, ante la promesa de una vida moderna.
Es justamente este anhelo por la modernidad lo que ha llevado a cientos de miles de personas a ser parte de lo que en México conocemos como Ciudades perdidas –Slums, es el término en inglés- las cuales surgen como parte de la incapacidad de las ciudades, principalmente del tercer mundo para absorber a más habitantes y darles condiciones dignas de vivienda.
Nos vemos así inmersos en un problema que lejos de ser algo pasajero, parece no tener solución y cada vez sumar a más personas en esta clasificación, tanto así que en México se habla de casi un 20% de sus habitantes viviendo en lugares equivalentes a un Slum hindú. Las nulas condiciones de habitabilidad, la falta de recursos y servicios, entro otros no es suficiente para hacer menos atractivo un pedazo de tierra, cuando este pedazo de tierra representa la posibilidad de ver cumplido un sueño, el de ser habitante de la ciudad.
¿Qué pasa entonces con todas estas personas que a pesar de todo deciden vivir en lugares de alto riesgo, tales como barrancos o ex-rellenos sanitario? No pasa nada, a algunos puedes obligarlos a salir de esos lugares, pero habrá quienes estén más que decididos a permanecer ahí, sin importar nada. Ellos se han convertido entonces en la otra cara del sueño por la modernidad, la cara de la promesa incumplida y uno de los sectores que corre con más peligro y que más peligro representa para cualquier gobernante.
Así es como el sueño por la “libertad positiva -de Amartya Sen- que es la capacidad real de una persona de ser o de hacer algo” se ve mermado e incluso mutilado justo cuando no se tienen las condiciones necesarias para poder satisfacer las necesidades mínimas de cualquier humano. Entre ellas una vivienda digna. Vamos pues por la búsqueda de la dignificación de estos habitantes de la ciudad, por otorgarles su derecho a la libertad positiva... vamos, comenzado por el discurso.
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